Málaga, que llegó a tener 100.000 trabajadores antes de la crisis en el sector de la construcción y ahora cuenta con 52.700 – La cifra de ocupados ha subido un 24% en el último año

Según el artículo de La Opinión de Málaga de este mes de septiembre, el sector de la construcción carbura de nuevo, algo que no sólo se deja notar en la venta de viviendas o en el visado de nuevos proyectos residenciales sino también en algo tan vital como el empleo.

La provincia de Málaga, una de las más dinámicas de España en el ámbito inmobiliario, presenta actualmente un total de 52.700 trabajadores vinculados a la construcción, la mejor cifra desde inicios de 2011, según datos recogidos ayer por la empresa de recursos humanos Randstad a partir de las últimas cifras de la Encuesta de Población Activa (EPA) elaborada por el INE.

Málaga llegó a registrar máximos de alrededor de 100.000 personas trabajando en este sector en 2007, justo el último de bonanza. A partir de 2008, con el estallido de la crisis y el reventón de la burbuja inmobiliaria, se produjo una paralización de las ventas y la quiebra de centenares de empresas que dispararon las cifras de paro. El declive culminó entre los años 2012 y 2013 e inicios de 2014, cuando se contabilizaron mínimos de alrededor de 28.800 ocupados. Eran tiempos donde no se construía prácticamente nada y en los que el nivel de inversión de las administraciones en obra pública (la otra gran pata de actividad del sector) también se movía en niveles ínfimos.

La situación empezó a mejorar en 2014 primero tímidamente y luego de forma mucho más evidente. De esta forma, la provincia ha recuperado casi 24.000 trabajadores en los últimos cuatro años.

La reactivación ha sido especialmente intensa en los últimos doce meses, en los que el volumen de ocupados ha crecido un 24,6%, con cerca de 10.500 nuevos activos (la tercera subida en números reales más alta del país tras los 20.100 de Madrid y los 12.800 de Sevilla).

Los propios empresarios de la construcción han reconocido en varias ocasiones que el objetivo no debe ser volver a las cifras del pasado (los 100.000 trabajadores de 2007 eran también exponente de los excesos de la burbuja inmobiliaria), sino alcanzar un punto de equilibrio.